Evidencias de fuentes externas para el Nuevo Testamento

¿Qué prueba tenemos fuera de la Biblia de que el Nuevo Testamento tiene veintisiete libros? Algunos están bajo la idea errónea de que esta compilación inspirada divinamente se determinó más de mil quinientos años después de Cristo por un concilio religioso en Trento, Italia. Sin embargo, los documentos históricos muestran que el canon del Nuevo Testamento era conocido mucho antes de esto.

Alrededor del año 150 d.C., sólo cincuenta años después de la finalización del Nuevo Testamento, un individuo cuyo nombre era Justin Martyr menciona algo que merece nuestra consideración. En su obra “Primera Apología”, Martyr afirma que los domingos los cristianos se reunían para leer “los recuerdos de los apóstoles” o “los escritos de los profetas” (1 Apol. 67.3). Se cree que esta es una referencia a los evangelios (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) y al Antiguo Testamento.

Otros escritos, que datan de 150-200 d.C., incluyen listas sustanciales de los libros del Nuevo Testamento. Por ejemplo, el fragmento muratoriano enumera todos los libros del Nuevo Testamento, menos Hebreos, Santiago, 1 y 2 Pedro y 1 Juan. Si no fuera por un texto aparentemente derivado de una copia mutilada, la lista, sin duda, sería más completa.

Orígenes (c. 185-254 d.C.) nombra todos los libros del Nuevo Testamento. Eusebio (c. 263-340 d.C.) también nombra todos los libros. En 367 d.C., Atanasio de Alejandría publicó veintisiete libros del Nuevo Testamento que fueron aceptados en su tiempo y estos son los mismos veintisiete libros que se reconocen hoy.

No tenemos los originales, pero “…mientras tengamos copias precisas (manuscritos), la ausencia de los autógrafos es irrelevante. Nadie vivo hoy jamás ha visto la obra de Romeo y Julieta original. Tampoco nadie hoy ha visto el autógrafo de la República de Platón ni Vidas paralelas por Plutarco. Pero como se puede demostrar que las copias que poseemos son reproducciones confiables de los originales, ningún erudito serio duda de que podamos reproducir hoy lo que Shakespeare, Platón o Plutarco compusieron originalmente” (traducido, K. Chumbley, The Gospel Argument for God, p. 18).

El Instituto de Investigaciones Textuales del Nuevo Testamento ha catalogado más de cinco mil manuscritos de griego koiné del Nuevo Testamento, siendo el griego koiné la lengua “universal” del primer siglo. Esto significa que el Nuevo Testamento es el libro mejor atestiguado del mundo antiguo. Por contraste, sólo existen nueve o diez copias de La guerra de la galias de César y otras obras se basan en menos manuscritos, pero nadie duda de su autoría.

El director y bibliotecario principal del Museo Británico, Sir Fredric Kenyon, dijo una vez: “En ningún otro caso, el intervalo de tiempo entre la composición del libro y la fecha de los primeros manuscritos existentes es tan breve como en el del Nuevo Testamento.” Fragmentos de copias en papiro de libros del Nuevo Testamento se han fechado en el segundo y tercer siglo d.C. Los fragmentos de John Rylands, que contienen Juan 18:31-33,37ss, se han fechado alrededor del 130 d.C. ¡Esto significa que las copias del Evangelio de Juan, que tradicionalmente se creía que estaban escritas entre 90 y 100 d.C., circulaban a los cuarenta años de su composición!

Según Su previsión y providencia, nuestro Dios omnipotente usó a hombres inspirados para compilar su mensaje antes del 100 d.C. y lo ha preservado a lo largo de los siglos. Aquellos que lo agradarían en todas las cosas harían bien en leer sus palabras y ponerlas en práctica en sus vidas diarias.

–Jerry Falk