La fe es “la certeza de lo que se espera” (parte 2)

En un artículo anterior, vimos que la fe se describe como “certeza” (Hebrews 11:1) y sirve como la fundación sólida para nuestra esperanza. No debemos dudar de Jesucristo ni de su palabra, como hicieron los cristianos hebreos que volvían al judaísmo.

El triste estado actual de la “fe”

Vivimos en un mundo lleno de incertidumbre. Muchos caen en la desesperanza y la desesperación porque su “fe” es inexistente o se está desmoronando. Esto se debe, al menos en parte, al hecho de que la fe en sí misma se ha convertido en algo que se basa casi totalmente en sentimientos personales más que en las Escrituras. La fe de muchos carece de la norma inquebrantable que sólo la palabra escrita de Dios puede proporcionar (Romanos 10:17).

¿Tiene usted “certeza”?

¿Está seguro de que Dios ha hablado a través de su Hijo (Hebreos 1:2)? ¿Está seguro de la verdad fundamental de que Jesús es el Hijo unigénito de Dios (Hebreos 1:5; Juan 3:16)? ¿Está seguro de que Jesús fue crucificado, sepultado y resucitado de entre los muertos (1 Corintios 15:3-4)? ¿Tiene la seguridad de salvación en Jesús y sólo en Él (Hechos 4:12; 1 Juan 5:11)? Algunos judíos que se convirtieron a Cristo hubieran tenido dificultades para contestar estas preguntas … ¡y surtió un efecto devastador en su esperanza!

La única esperanza verdadera del cristiano

“Lo que se espera” (Hebreos 11:1) se puede resumir en dos palabras: el cielo (Efesios 4:4; Filipenses 3:20; 1 Pedro 1:3-4). La esperanza del cristiano no es, como alegan algunos, vivir para siempre en la tierra. La tierra y todos los cuerpos celestes serán completamente destruidos (2 Pedro 3:7,10-12). Esta esperanza no se basa en una tierra renovada purificada por el fuego, sino que los cristianos esperan “cielos nuevos y tierra nueva (2 Pedro 3:13)”, es decir, una existencia completamente diferente de nuestro reino físico actual. Esta frase es una metáfora para el cielo.

La esperanza depende de la fe

La condición de nuestra esperanza depende de la condición de nuestra fe. Si los cimientos son débiles y se desmoronan, nuestra esperanza también se derrumbará. Si nuestra esperanza es inestable y amenaza con implosionar, debemos atacar el problema desde el origen. Puede que sólo sea el resultado de una falta de confianza en Jesucristo y su palabra.

Esto fue el problema de algunos de los judíos convertidos a Cristo. Su fe en Jesús no era el fundamento sólido que debía ser y, por consiguiente, volvían al judaísmo. Es por esto que el escritor de Hebreos les recuerda que necesitaban tener una fe más fuerte para no perder su esperanza (Hebreos 4:1-2; 6:11-12; 10:35-39; 11:6,13-16; 13:7). Estaban apostatando, o renunciando a su creencia en Cristo, debido a la persecución.

¿Por qué algunos cristianos se olvidan del cielo?

¿Alguna vez ha notado usted cómo fácilmente pierde de vista el cielo mientras atraviesa las pruebas? El problema podría estar en su fe (es decir, certeza, Hebreos 11:1). Esta es exactamente la razón por la que el apóstol Pablo nos anima a hacer un inventario espiritual de nosotros mismos cuando dice: “Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados” (2 Corintios 13:5)?

La verdadera fe que vence al mundo (1 Juan 5:4) es una certeza o confianza que nos permite continuar confiando en Jesucristo y su palabra, independientemente de las pruebas que podamos estar experimentando. ¡Asegúrese de que su confianza en Jesús sea tan firme como una roca para que continúe apoyando su esperanza celestial!

Si usted no es cristiano, ¿por qué no deposita su confianza en Jesús y en su palabra hoy al obedecer el evangelio (Juan 8:24; Hechos 17:30; Romanos 10:9-10; Marcos 16:16)? ¡Sólo de esta manera puede tener la certeza de algo mucho mejor que esta vida!

–Jerry Falk