Cuando no sabemos qué decir

El primer capítulo del evangelio de Juan dice: “Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve” (Juan 1:45-46).

Al leer el evangelio de Juan, nos da la impresión de que Felipe era un discípulo que a veces no sabía qué hacer ni decir. Puede que algunos de nosotros nos sintamos como si perteneciéramos a la misma categoría; no damos las respuestas correctas rápidamente durante un debate o no sabemos responder de manera eficaz a ciertas situaciones o personas.

Aunque es posible que no sepamos contestar cada pregunta, hay algunas cosas que podemos afirmar con confianza. En primer lugar, Felipe no dudó en decirle a Natanael que había encontrado al Mesías. ¡Nosotros también lo podemos hacer! En segundo lugar, no nos olvidemos de que nuestro trabajo no es convencer a las personas con argumentos eficaces ni con un intelecto sorprendente. El Espíritu Santo, por medio de las palabras de Jesús, convence a la gente (Juan 4:42; 16:8). Lo único que necesitamos hacer es guiar a todos los que se interesen por aprender más acerca de Dios a Jesús.

Felipe hizo su trabajo y respondió al sarcasmo de Natanael con una invitación sencilla a investigar a Jesús por sí mismo. Dirijamos a las personas a Jesús en lugar de pensar que somos capaces de convertirles nosotros mismos. No lo somos. Estaremos mucho mejor si no ponemos nuestra confianza en nosotros mismos. ¡Nuestra confianza está en Cristo!

–Brigham Eubanks