La perseverancia

El árbol más viejo del mundo

En las Montañas Blancas del este de California hay un pino longevo de la Gran Cuenca llamado Matusalén. Se calcula que tiene aproximadamente 4.850 años, lo que lo convierte en uno de los árboles vivos más antiguos del mundo.

Lleva el nombre de Matusalén, un personaje del Antiguo Testamento que tiene la vida más larga de todos los mencionados en la Biblia. Según Génesis 5:27, Matusalén tenía 969 años cuando murió.

Este árbol ha visto muchas cosas. Un poema de Robert McGough titulado “La maldición de Matusalén” trata de imaginar cómo podría haber sido:

Los años, como collares otorgan
una sabiduría, la humanidad jamás podrá saber.
Milenios van y vienen.
No tengo ojos, pero lo he visto todo.

A diferencia de las palabras, los anillos de los árboles nunca mienten.
Un año estaba helado y oscuro.
El sol estaba escondido en el cielo.
Probé azufre y dejó su huella.

Este árbol ha tenido que soportar lluvia, viento, relámpagos, granizo, nieve, los rayos abrasadores del sol, terremotos y quizás incluso el fuego. Sin embargo, a pesar de sus múltiples pruebas, persevera. Su fuerza se ve en su capacidad para superar las tormentas de la vida. Es uno de los mejores ejemplos de firmeza y estabilidad del mundo.

Los árboles en el libro de los Salmos

El salmista menciona este tipo de árbol cuando dice: “Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores se ha sentado; sino que en la ley de Jehová está su delicia, y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae; y todo lo que hace, prosperará” (Salmos 1:1-3).

En otro pasaje, el salmista escribe: “El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano. Plantados en la casa de Jehová, en los atrios de nuestro Dios florecerán. Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes, para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto, y que en él no hay injusticia” (Salmos 92:12-15).

El discípulo fiel de Cristo persevera

Del mismo modo, aquellos que deciden seguir a Cristo deben aprender a mantenerse firmes y sobrellevar las tormentas de la vida. Los verdaderos siervos de Dios son conocidos por su inquebrantable resolución y estabilidad (1 Corintios 15:1,2,58; Hebreos 2:1-3). Son inamovibles y firmes, incluso en tiempos de prueba.

Con la ayuda de Dios, el discípulo fiel de Cristo persevera. Cuando los tiempos se ponen difíciles, no tira la toalla. Dice juntamente con el rey David: “yo estoy como olivo verde en la casa de Dios” (Salmos 52:8) y “Él solo es mi roca y mi salvación; mi refugio es, no seré movido” (Salmos 62:6, VM).

–Jerry Falk