El sacrificio

¿Qué es un “sacrificio”?

La palabra “sacrificio” se refiere a la pérdida de una cosa por otra que se considera de mayor valor. El Nuevo Testamento enseña que los primeros cristianos estaban dispuestos a perder sus posesiones e incluso sus vidas para seguir a Cristo y obtener la corona de la vida eterna (Mateo 19:27; Hechos 7:54-60; 12:1-2; Apocalipsis 2:10).

La mentalidad de muchos hoy

Por contraste, muchos hoy en día parecen creer que es posible ser cristianos fieles sin tener que privarse de nada en absoluto. La idea de hacer sacrificios similares a los de los discípulos del primer siglo ahora se considera excesiva e incluso fanática. Nunca se debe esperar que uno abandone las creencias religiosas o los malos hábitos para obtener la aprobación de Dios, o así piensan.

El ejemplo del apóstol Pablo

Todas las ventajas que el apóstol Pablo tenía como líder celoso de los judíos fueron consideradas por él como “pérdida por amor de Cristo” (Filipenses 3:4-8). Pablo continúa diciendo: “Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3:8).

La voluntad de Pablo de renunciar a ciertas cosas por la causa del evangelio fue tan grande que escribió: “Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite” (Romanos 14:21). Pablo pensó que es mucho mejor que uno se prive de algo que le gusta que hacer tropezar a un compañero cristiano.

Tan intenso fue su disposición para hacer sacrificios que este siervo de Dios deseaba participar en los sufrimientos de Cristo por la causa del evangelio (Filipenses 3:10; 2 Timoteo 4:6-8). Nosotros hacemos todo lo posible para evitar el sufrimiento; ¡Pablo corría hacia él! Estaba dispuesto a renunciar a su cómoda posición en el judaísmo para obtener otra cosa de mucho más valor: ¡la resurrección de entre los muertos (Filipenses 3:11)!

¿Estamos dispuestos a renunciar a todo lo que nos obstaculiza para “ganar a Cristo” (Filipenses 3:8)?

–Jerry Falk