“Dame la verdad”

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Haríamos bien en recordar lo que dice el rey Salomón en Proverbios 27:5-6: “Mejor es la reprensión franca que el amor encubierto. Fieles son las heridas del amigo, pero engañosos los besos del enemigo”.

Si estoy practicando el pecado en mi vida y tú lo sabes, por favor, dime la verdad. No me colmes de abrazos y besos sin señalar mis defectos. Por favor, dime lo que haya en mi vida que pueda estorbar mi relación con Dios. En resumen, si eres un verdadero amigo, dime cuando tengo espinacas entre los dientes.

Esto me recuerda a un pequeño artículo de Bill Crews que leí hace años. Lo incluyo a continuación en su totalidad.

¡Dame la verdad!

Si eres mi amigo, si estás preocupado por el bienestar de mi alma, dame la verdad.

No me halagues. No alabes mis virtudes mientras permaneces en silencio en cuanto a mis vicios. No temas que la verdad me ofenda. No valores nuestra amistad, nuestra relación cordial, más que mi salvación. No pienses que por ignorar mis pecados me podrás ayudar. No pienses que por hacerte de la vista gorda con mis pecados te mostrarás una persona bondadosa.

Reaccione como reaccione, sea la que sea mi actitud hacia ti después de que lo hayas hecho, ¡dame la verdad! Porque la verdad, y solamente la verdad, puede librarme de las cadenas del pecado [Juan 8:31-32], fortalecerme en la senda de la justicia y conducirme al gozo inefable del cielo.

Si vacilo, si soy débil, tibio, indiferente, negligente; si he sido sorprendido en alguna falta [Gálatas 6:1]; si los placeres del mundo se han apoderado de mí; si he dejado mi primer amor [Apocalipsis 2:4]; si he sido arrastrado por el error; o si no he hecho ninguna de estas cosas, sino que simplemente necesito crecer en conocimiento y ser edificado, ¡dame la verdad!

–Jerry Falk